¡A quién se le ocurre! El caso de Joshua Bell
No tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre, dice el sabio refrán mexicano que bien se le puede aplicar al virtuoso Joshua Bell (39 años, soltero inveterado, atractivo a morir para las jóvenes). Sólo al diario The Washington Post se le ocurrió hacer un experimento ocioso: poner a uno de los mejores violinistas del mundo a tocar in cognito dentro de una estación del metro de la capital estadounidense, el viernes 12 de enero (2007) a las ocho de la mañana. La hora en que la gente, burócratas federales en su mayoría en la estación donde se realizó el experimento, andan a las carreras para llegar a su trabajo. Y sólo Joshua Bell fue lo bastante ingenuo para consentir ser utilizado para el ocioso experimento del diario estadounidense, que pretendía demostrar si el peatón promedio tiene la sensibilidad suficiente para quedarse a escuchar obras maestras de la música o simplemente, tal como ocurrió, se sigue de largo. Si algo demostró el experimento es que si el arte es sublime, por otra parte –como dijera Oscar Wilde– es absolutamente inútil a la hora de checar tarjeta. La gente que va a su trabajo se sigue de largo, sin importar que le pongan al paso a uno de los mejores violinistas del mundo, sin importar que haga cantar a un Stradivarius valuado en algo así como cuatro millones de dólares, y sin importar que dé vida a las obras maestras de la música clásica. Todo tiene un tiempo, sentencia la Biblia. Hay un tiempo para reír y otro para llorar, hay un tiempo para leer The Washington Post y otro para desayunar Corn Flakes, hay un tiempo para checar tarjeta y otro para ¡escuchar a Joshua Bell tocar gratis! Ciertamente, cualquier connaisseur diría que debe ser muy, pero rematadamente muy estúpido el que pase de largo ante uno de los mejores violinistas del mundo dando un recital gratis en un sitio público. Total, siempre se tiene la formidable excusa para explicarle al jefe ceñudo, rescisión contractual en mano, que si uno llegó dos horas tarde al trabajo es que se quedó oyendo el concierto de Joshua Bell en el metro. Sí, Joshua Bell, el que a los 14 interpretaba los solos de la Orquesta Sinfónica de Filadelfia bajo la batuta del gran Riccardo Muti, el que nos embelesó con la música de El violín rojo, el que se ganó un Grammy, pues. El caso es que no todos conocen al Sr. Bell, y de hecho prácticamente nadie lo reconoció, excepto –según el Post– un burócrata que le dio 20 dólares. ¡Una veintena de dólares para un violinista de cuyos conciertos los boletos se cotizan en cientos de dólares! (Nota aparte, el improvisado recital le redituó a Joshua Bell 37.12 dólares, sin contar los veinte mencionados. Sí, la gente le echó centavos como quien da dinero a un limosnero.) Cierto es que Joshua Bell estaba “disfrazado” de violinista callejero, de músico pedigüeño, con sus jeans, una sudadera y gorra, pero la hipótesis del experimento iba en torno a si, independientemente de la facha del artífice, el arte es en sí tan sublime que debería conmover a las masas. ¡Claro!, así como Jean Baptiste Grenouille conmovió a la chusma y escapó a su ejecución merced al arte de la perfumería, así un Guernica debería detener masacres o Joshua Bell aglomerar a las masas de burócratas a su alrededor. Pero no fue así. El virtuoso, por otra parte súper atractivo para las chicas, Joshua Bell tocó y tocó su violín, y prácticamente nadie lo tomó en cuenta. El caso ha escandalizado a los melómanos alrededor del mundo, aunque uno se pregunta cuántos de esos mismos melómanos no hubieran hecho lo mismo de no tener conocimiento de que ese muchacho zarrapastroso que andaba tocando el violín en el metro era uno de los mejores violinistas del mundo. En otras palabra, ¿es el arte en verdad sublime por sí mismo o somos tan vulgares que necesitamos el lugar, la publicidad, la parafernalia mediática toda para entregarnos obsequiosos a la cultura? “Conclusiones” que se derivan del sesudo experimento: 1) en general, los usuarios cotidianos de la estación Enfant (en donde se realizó el de marras) son una runfla de ignorantes sin la menor sensibilidad artística, sin importar cuán atractivo, carismático o virtuoso fue el artista que se les presentó; 2) tocar el violín en ciertas estaciones del metro de E.U. es redituable, por lástima, siempre y cuando se trate de uno de los mejores violinistas del mundo; 3) algunos medios de comunicación de E.U. tienen el suficiente poder para someter a la crema y nata de la cultura a sus tontos experimentos, y 4) al Brad Pitt de la música clásica le fallaron las decenas de fanáticas admiradoras que lo acosan al final de cada concierto. Mejor suerte, creemos, hubiera corrido Joshua Bell de presentarse un día feriado en una plaza o parque público. Pero igual, sin menospreciar el innegable talento de Joshua Bell, quizá mejor suerte habrían tenido las chicas de Bond.
4 comentarios:
Me he leido todo el blog, y me parece maravilloso que haya gente interesada en el violin, y mas de mi ciudad..., por mi parte yo me compre uno y pienso meterme a tocarlo apartir de agosto...
Saludos, y se cuida.
"Que las lunas te iluminen".
Hola! QUE BUEN BLOG!! Te felicito por crear este espacio. Y que increible lo de Joshua Bell... Digamos que es tragicomico. Por no decir tragico a secas.
Un abrazo
Caro
Hola: Leí tus comentarios acerca del experimento hecho con el violinista Joshua Bell en la estacion del metro en el 2007, y pienso que fue un gran experimento y solo nos demuestra una vez mas que los seres humanos estamos tan metidos en los pesados asuntos cotidianos como el tráfico, el trabajo, lo gastos, que no nos detenemos ni un minuto para disfrutar lo mas hermoso y sublime de la vida. Ademas Joshua Bell no solo es el Brad Pit de la musica clasica si no que posee una gran sensibilidad puesto que enseña violín a niños de escasos recursos en el Bronx. Si desean leer mas sobre este tema y otros pueden visitar mi blog "PARA LOS AMANTES DE LA MUSICA" Saludos Victoria
Hola :)
Llevo un par de día leyendo varias entradas del blog. He de decir ante todo que no toco el violín, sino la guitarra. A pesar de ello me gustaría comenzar en un futuro con este bello instrumento.
El blog es de lo mejorcito que he leído por ahí, enserio.
La verdad es que me entristece creer que la gente tiene tan poca sensibildiad ante la música. Aunque reconozco que me hubiera gustado ver mi propia reacción (saber si pararía o no)
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