domingo, 8 de junio de 2008

¡Que nadie se nos duerma!

Luego de haber resuelto los tres enigmas de la erotófoba princesa Turandot, con el riesgo de la decapitación al primer intento fallido, el pretendiente Calaf propone a su vez una adivinanza a su recién adquirida noviecita: ella debe saber cómo se llama su ignoto galán antes del amanecer, y si descubre el nombre, él con todo gusto entregará al verdugo la aventurada cabeza. Pero la princesita, con todo y su sangre real, es medio tramposa, así que manda a sus guardias y espías del palacio a que torturen a todo Pekín para que el nombre del forastero sea develado. Así, por edicto real, nadie puede dormir esa noche, bajo pena de muerte. Es entonces cuando Calaf canta su celebérrima aria “Nessun dorma”, que nadie duerma; una de las más conocidas, queridas y logradas de los anales operísticos.
Lo que sigue, lo tomamos de la Wikipedia:
“El nombre Turandot tiene origen persa y significa ‘la hija de Turan’. Turan era una región de Asia Central, parte del Imperio Persa. La historia de Turandot se remonta a un poema de Nezami, uno de los grandes poetas épicos de la literatura persa, llamado Las siete bellezas o Las siete princesas. En dicho poema se narra la historia de un príncipe persa de la época sasánida, que tenía siete princesas, cada una de ellas proveniente de un lugar distinto del imperio: Egipto, China, Rusia, Grecia, Turquía, India y Asia central. La princesa rusa no encontraba un hombre digno de ella, y por eso se había encerrado en una fortaleza y había declarado que se entregaría al que resolviera una serie de enigmas. Además, una vez resueltos los enigmas, debía pasar por su ‘puerta secreta, guardada por misteriosas espadas que amenazan con decapitar al intrépido’.
”Esta historia fue retomada por François de la Croix, un orientalista francés contemporáneo de Antoine Galland, el traductor de Las mil y una noches, en una colección de cuentos llamada Los mil y un días. En esta obra se hace una transposición cultural de la princesa rusa original a una fría y cruel princesa china llamada Turandokht, transposición que se proponía acentuar el carácter exótico de la historia.
”A partir de este relato, Carlo Gozzi creó una tragicomedia al estilo de la Comedia del arte, que luego fue recreada por el poeta alemán Friedrich Schiller. El texto de la ópera se basa en una traducción italiana de esta obra.
”Puccini comenzó a trabajar en Turandot en marzo de 1920, después de reunirse con los libretistas Guiseppe Adami y Renato Simoni. Inició la composición en enero de 1921. En marzo de 1924, había completado la ópera hasta el dueto final. Sin embargo, no había quedado satisfecho con el libreto del dueto y no reanudó el trabajo hasta el 8 de octubre, escogiendo la cuarta versión que hizo Adami del texto. El 10 de octubre le diagnostican a Puccini cáncer de garganta y muere pocas semanas después, el 29 de noviembre, dejando tan sólo treinta y seis páginas con esbozos sobre el final de Turandot. Puccini también dejó instrucciones para que Riccardo Zandonai terminara la ópera, pero su hijo Tonio objetó esta decisión y fue comisionado Franco Alfano para concluir la obra.
”El estreno de Turandot se realizó en La Scala de Milán, el 25 de abril de 1926, bajo la dirección musical de Arturo Toscanini.
”A la mitad del acto tercero, dos compases luego de las palabras ‘Liù, poesía!’, la orquesta se detuvo, Toscanini bajó la batuta, se volvió al público y dijo ‘qui il maestro finí’ (“aquí terminó el maestro”). El telón descendió lentamente. Las representaciones posteriores incluyeron el final compuesto por Alfano.
”En 2002, Luciano Berio compuso un nuevo final para Turandot, que recibió críticas mixtas”.

viernes, 23 de mayo de 2008

¡Claro!, pero ¿cómo se lee “la música”?

¡Uffff! Diversas actividades nos habían mantenido alejados de este blog, pero nunca es tarde para retomar el rumbo, y ahora deseamos ofrecerles algunos conocimientos básicos de solfeo que nos ha dado nuestro profesor de violín. Va, pues.
La música, dice Pero Grullo Pérez de la Borbolla, se representa en partituras mediante signos, los cuales se escriben en un conjunto de líneas horizontales y equidistantes mejor conocido como pentagrama. (¡Cómo lo supo!) Algunos de estos signos musicales son, precisamente, las notas, que representan la altura de los sonidos, como quien dice su agudeza o su gravedad.
Debido a que existen sonidos demasiado graves o demasiado agudos, el pentagrama resulta insuficiente para abarcar la extensión de todos ellos, por lo que es común que se añadan pequeñas líneas horizontales abajo o arriba del pentagrama.
Como ya mencionamos, una de las cualidades del sonido es su altura, el grado de agudeza o gravedad, y esta diferencia de altura se representa por medio de las notas, que son siete: do, re, mi, fa, sol, la y si.
¿Y luego cómo se leen? Voilá: la lectura de las notas en el pentagrama es posible mediante el inventazo que es el sistema de claves, que fijan la altura de los sonidos en relación con alguna de las líneas del pentagrama, y al mismo tiempo con las demás líneas y espacios.
Este sistema de claves se basa en tres figuras, que se colocan exclusivamente sobre una de las líneas del pentagrama, y siempre al inicio de este: fa (para el registro grave), do (registro central) y sol (registro agudo). Nuestro querido amigo, el violín, emplea la clave de sol, la cual se escribe en la segunda línea del pentagrama, de abajo hacia arriba, lo que significa que la nota que aparece en ese preciso lugar será siempre sol. Y así, conociendo el nombre de esta nota, es fácil saber el de las demás, en relación con el lugar que ocupen en el pentagrama:
Para ejecutar las notas en el violín, hay que saber primero que las cuerdas del instrumento son, consecutivamente, sol (la más gruesa), re, la y mi. La cuerda sol hace sonar el sol más grave, que se ubica debajo de la segunda línea adicional, abajo del pentagrama. El sol que se escribe en la segunda línea del pentagrama se toca usando tres dedos sobre la cuerda re. En otra entrada daremos algunos tips para la ejecución precisa con los dedos. Tsai chien!