Desde el Mundo Nuevo
Al c
ompositor checo Antonin Dvorak (1841-1904) se le reconoce por haber llevado el "nacionalismo" musical a su mayor expresión. Sus sinfonías, piezas de cámara, danzas eslavas y óperas están impregnadas de los aires de su natal Bohemia, y rebosan de ingenio melódico merced a la honda espiritualidad romántica con que reviste sus ideas, la liberalidad con que las desenvuelve y el colorido que brota al combinar los instrumentos. De entre todas sus obras, quizá la más famosa es la Sinfonía del Nuevo Mundo, compuesta entre fines de 1892 y el primer trimestre de 1893, si bien el estreno no ocurrió hasta el 16 de diciembre de 1893, bajo la batuta de Anton Seidl dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Sus cuatro movimientos son Adagio/allegro molto, Largo, Molto vivace y Allegro con fuoco. El segundo movimiento, del que deseamos compartir con ustedes una
transcripción para violín, se inspiró en el poema Canción de Hiawatha, de Henry W. Longfellow. Este movimiento se inicia con una frase reposada y solemne, que en la partitura orquestal precede a la entrada del corno inglés sobre un fondo grave. Se trata de una melodía nostálgica, con ecos en los spirituals de la comunidad afroamericana decimonónica, penetrada por una religiosidad profunda y reverente que se extiende durante varios compases. Ojalá disfruten tocando esta transcripción tanto como lo hacemos nosotros en nuestros ensayos musicales.
En una entrada anterior hablábamos de las diferentes medidas del violín: 4/4, 3/4, 1/2, etcétera, y dábamos algunos tips acerca de la medida adecuada para cada quién según la edad. Ahora deseo compartir con ustedes un tip que nos dio nuestro profesor, especialmente a los de nuevo ingreso, en la última sesión que tuvimos con él. Para saber la medida de violín que nos conviene adquirir, es necesario medirlo con el largo extendido, horizontalmente y hacia el lado del cuerpo, de nuestro brazo izquierdo. Según nuestro profesor, la voluta del instrumento no debe superar la mitad de la palma ni quedar más abajo de la muñeca. Si el instrumento es más corto, quizá conviene más hacerse de una viola. Y si el brazo es demasiado largo, casi como ala de pterodáctilo, pues de una vez un violonchelo. Sin embargo, si de verdad quieren el violín, pues tómenlo con el amor y la confianza con que se toma a la amante, y no lo suelten.