Bond, James Bond
Esta es quizá una de la frases más famosas del cine, pronunciada, además, por uno de los personajes más conspicuos de la cultura pop desde inicios de la década de 1960, cuando se inició -disculpen la reiteración- una de las franquicias cinematográficas más exitosas de la historia. Sea encarnado por Sean Connery o Daniel Craig, pasando por George Lazenby, Roger Moore, Pierce Brosnan y hasta David Niven (en una parodia irreverente de la saga de espionaje), James Bond ha emocionado a las audiencias de todo el planeta con sus aventuras musicalizadas por el tema compuesto originalmente como pieza jazzística por Monty Norman y enriquecido magistralmente para orquesta por John Barry, quien compuso la partitura de 12 de las 22 películas que componen la serie producida por los Broccoli. En las primeras aventuras cinematográficas, el tema de James Bond se empleó como una suerte de leitmotiv asociado al agente 007, y en los filmes posteriores se convirtió en
el tema de acción por antonomasia, no obstante que Barry le dio igual importancia a otras partes de la banda sonora. Según la Wikipedia, el tema de James Bond ha tenido diversas variaciones y adaptaciones según el estilo musical imperante en cada época. Primeramente, se encuentra la versión "clásica" con los arreglos y orquestaciones de Barry y con Vic Flick en los riff de guitarra eléctrica; esta versión del tema aparece en las películas de Sean Connery, desde Dr. No hasta Diamantes para la eternidad, y ha sido la piedra angular para todos los compositores que han escrito música para alguno de los filmes de James Bond. Mencionemos que en Al servicio secreto de Su Majestad, Barry optó por una variación del tema en que un sintetizador moog tocaba la melodía, con el fin de distinguir al Bond de George Lazenby del representado por Connery.
daylights, en la que sólo hubo una pequeña variación mediante sintetizadores como una manera de diferenciar a Timothy Dalton del Bond predecesor.Asimismo, en plena etapa Moore, La espía que me amó presenta una variación del tema musical en un estilo muy apegado a la musica disco y funky, muy en boga en la década de 1970. El compositor Marvin Hamlisch le llamó Bond 77 a la variación que compuso, por el año en que se estrenó la película.
Muy posteriormente, en la segunda y última película de Timothy Dalton, Licencia para matar, cuando Barry no volvió a trabajar más para la franquicia, el compositor Michael Kamen retomó algunos de los elementos de la versión "clásica" para adaptarlos a guitarra española, y así dar un tono pretendidamente hispano a la aventura de Bond contra un traficante de drogas latinoamericano. Y después, tras un interludio de seis años en la saga, el compositor francés Eric Serra
de harinas, cajas de verduras y trastos viejos, la hermosa Déborah cumple sus sueños de ser una bailarina de ballet. Cada mañana, a media jornada, mientras su hermano y su padre se afanan en servir a los comensales, la pequeña moza se escapa al trabajo y se encierra, a solas, para bailar como una delicada mariposilla al son de la Amapola. Sin embargo, ella sabe que no se 
En un mundo de por sí lleno de maravillas, parece ocioso ponerse a elucubrar cuáles son las siete maravillas de algo. Sin embargo, no deja de ser un interesante ejercicio de imaginación y, sobre todo, conocimiento, reflexionar acerca de cuáles son las siete maravillas de la arquitectura, las siete maravillas de la naturaleza, las siete maravillas de la literatura o las siete de la cinematografía. Indudablemente, nos sentimos impelidos a reflexionar acerca de cuáles son las siete maravillas, las siete obras cumbres non plus ultra de la música clásica. La siguiente es, pues, nuestra lista muy personal, que en ningún momento pretende ser definitiva ni, mucho menos, impositiva: 1) la novena sinfonía de Beethoven, pues ninguna otra obra sinfónica alcanzó la perfección y monumentalidad de esta obra, que además es un llamado a la hermandad en una Europa caótica y que aún había de conocer dos de las guerras más crueles que ha sufrido la humanidad; 2) la Pequeña serenata nocturna, quizá la más conocida obra de Mozart e indudablemente una de las más encantadoras que se han compuesto, y aún, sólo una pequeña muestra de la enorme genialidad de su autor; 3) la Toccata y fuga en re de Bach, obra cumbre musical de una era en que el hombre dio sus primeros pasos hacia la madurez intelectual; 4) la ópera Nabucco, de Verdi, el más querido de los compositores italianos, quien con su música evocó el espíritu de una Italia que luchaba por su existencia misma como nación; 5) la Consagración de la primavera, de Stravinski, poderosa obra que, como un sueño, evoca un mundo primitivo y fascinante, 6) el Bolero de Ravel, partiendo de una idea sencilla, que se repite 
ompositor checo Antonin Dvorak (1841-1904) se le reconoce por haber llevado el "nacionalismo" musical a su mayor expresión. Sus sinfonías, piezas de cámara, danzas eslavas y óperas están impregnadas de los aires de su natal Bohemia, y rebosan de ingenio melódico merced a la honda espiritualidad romántica con que reviste sus ideas, la liberalidad con que las desenvuelve y el colorido que brota al combinar los instrumentos. De entre todas sus obras, quizá la más famosa es la Sinfonía del Nuevo Mundo, compuesta entre fines de 1892 y el primer trimestre de 1893, si bien el estreno no ocurrió hasta el 16 de diciembre de 1893, bajo la batuta de Anton Seidl dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Sus cuatro movimientos son Adagio/allegro molto, Largo, Molto vivace y Allegro con fuoco. El segundo movimiento, del que deseamos compartir con ustedes una 
En una entrada anterior hablábamos de las diferentes medidas del violín: 4/4, 3/4, 1/2, etcétera, y dábamos algunos tips acerca de la medida adecuada para cada quién según la edad. Ahora deseo compartir con ustedes un tip que nos dio nuestro profesor, especialmente a los de nuevo ingreso, en la última sesión que tuvimos con él. Para saber la medida de violín que nos conviene adquirir, es necesario medirlo con el largo extendido, horizontalmente y hacia el lado del cuerpo, de nuestro brazo izquierdo. Según nuestro profesor, la voluta del instrumento no debe superar la mitad de la palma ni quedar más abajo de la muñeca. Si el instrumento es más corto, quizá conviene más hacerse de una viola. Y si el brazo es demasiado largo, casi como ala de pterodáctilo, pues de una vez un violonchelo. Sin embargo, si de verdad quieren el violín, pues tómenlo con el amor y la confianza con que se toma a la amante, y no lo suelten.




Si el viejo refrán advierte "crea fama y échate a dormir", tal sentencia igual puede aplicarse a los instrumentos musicales. Pero la fama puede inducir a errores cuando no se tiene la información completa. Así le sucedió a un señor en la ciudad de Guadalajara, Jal. (México), quien entró a una tienda de artículos musicales a preguntar por el precio de un violín, y cuando vio el modelo de que se trataba, pensó que estaba ante una obra maestra de la artesanía. No resistió la tentación, y le preguntó al vendedor si el violín que le mostraba era un Stradivarius auténtico. Por supuesto, un instrumento que se vende en una plaza comercial, a un precio de 4 000 pesos mexicanos (aproximadamente $400.00 U.S.) no puede ser, de ninguna manera, un Stradivarius genuino. Como muchos saben, Antonio Stradivari fue un artesano italiano del siglo XVII, famoso por la extraordinaria calidad de los instrumentos que creó, de los cuales sólo sobreviven actualmente unos 700 que se cotizan en precios millonarios. Entonces, ¿por qué hay tantos instrumentos que tienen una marca de modelo Stradivarius? La razón es que a lo largo de los siglos diversos artesanos europeos han seguido las enseñanzas de Stradivari en la manufactura de instrumentos de cuerda. Así, cuando uno se encuentra un violín con la marca "model Stradivarius", significa que se hizo siguiendo los cánones de una antigua escuela de manufactureros o luthiers, pero no que se trate de un genuino Strad. Este es el caso del violín que se vendía en aquella tienda de Guadalajara. Por cierto, un 4/4 manufacturado por la fábrica Strunal, con sede en la ciudad checa de Luby. Una industria manufacturera que, decía en el violín, opera desde 1640. Así es, yo tampoco resistí la tentación de echarle un ojo.





